lunes, octubre 31, 2005


EL RETROCESO DE CAPELLO:

Fabio Capello es un personaje único. Como entrenador lo ha ganado casi todo a nivel de clubes.
Su historia como DT empieza el '91, cuando toma el Milan que había armado Sacchi. Se dudaba de su capacidad, pues siempre se pensó que era un entrenador de laboratorio: ni siquiera habia trabajado con divisiones inferiores y en su debut, Berlusconi le confia el equipo dominador de Europa.
¿Como haría para compatibilizar su inexperiencia con un camarín repleto de figuras? imposible saberlo, así como es imposible saber si ese equipo lo hizo a él o fue él quien lo hizo ganar más de lo que ya había ganado su predecesor.
Lo cierto es que en su primera temporada, logró lo que nadie había habia podido: conquistó Lo Scudetto de manera invicta, con 22 triunfos y 12 empates (en ese tiempo, el triunfo valía sólo un punto y había 18 equipos en Serie A). La siguiente temporada campeonó otra vez y como si fuera poco, triunfó en Europa derrotando al Barcelona 4-0 en la final de la Copa de Campeones (actual Champions League).
Aparte de eso, triunfó tres veces seguidas en la Copa Italia.
La verdad, nada de mal para un primerizo.

Tomando como referencia el equipo campeón invicto de la campaña 1991/02, en su primer año como DT Capello tenía a su disposición:
(4-4-2) Rossi; Tassotti, Costacurta, Baresi, Maldini; Donadoni, Rijkaard, Albertini, Massaro; Gullit y Van Basten.

Con los años se sumaron figuras de la talla de Savicevic, Boban, Papin, Panucci, Desailly, por nombrar algunas. Verdaderamente increíble.

La temporada 96/97 , después que algunos de los símbolos de esa generación se alejaron del club, Capello emigra a otro "equipito": el Real Madrid.
Con los merengues, logra La Liga en su temporada debut. Nótese el equipo (referencial):

(4-4-2) Illgner; Panucci, Alkorta, Hierro, Roberto Carlos; Amavisca, Seedorf, Redondo, Raúl; Suker, Mijatovic.

Duró sólo un año en el cuadro blanco, para regresar a Milan, en una corta temporada poco exitosa.
Hasta aquí, todo bien. Con esos planteles no se le podía exigir menos. Pero luego decide arriesgar todo su capital (en cuanto al nombre y la fama que se había hecho como DT) tomando el ambicioso proyecto que ofrecía AS Roma.
El plantel de la Roma era medianamente competitivo a su llegada, pero al fichar exigió algunas "pequeñas" contrataciones: Marcos Assuncao, Vincenzo Montella, Christiano Zanetti, Walter Samuel, Emerson. Para la temporada 00/01, se sumó la guinda de la torta: Gabriel Omar Batistuta.
Esa temporada logró el tercer Scudetto para los capitalinos. El equipo (referencial) de los romanistas era:

(3-4-1-2) Antonioli; Zebiná, Zago, Samuel; Cafú, Tomassi (Assuncao), Emerson (Zanetti), Candelá; Totti; Montella (Delvecchio), Batistuta.
Otro "equipito" que todavía está pagando la Roma.

¿Cúal es la similitud de estos tres planteles? Excepto el caso de la Roma, jamás abandonó su 4-4-2 típico: es que teniendo a Totti, no se le puede desperdiciar haciéndolo jugar en otra posición.
En todos ellos tenía excelentes carrileros: Maldini, Roberto Carlos, Cafu.
El "5" con buena salida nunca faltó: Rikjaard, Redondo, Emerson.
Para que decir la dupla de delanteros: Van Basten-Gullit; Suker-Mijatovic; Montella-Batistuta.

Todo ello redundó en que sus equipos fueran por mucho los más goleadores de sus ligas. No los quiero latear con estadísticas, pero a modo de ejemplo: la Roma campeona anotó 68 veces en 34 encuentros (Liga de 18 equipos). La Juventus campeona, 67 goles, pero en 38 encuentros (Hay que considerar que cuando la cantidad de equipos de una liga se amplía, acceden a la primera división equipos de menor renombre, acostumbrados a la segunda división, de forma que es ampliamente posible obtener resultados más abultados contra esos equipos que no conocían la categoría).

Hasta que tomó a la Juventus. De manera intempestiva -y muy cuestionada- abandonó a la Roma, la dejó con un déficit presupuestario producto de la exquisita escuadra que se le brindó y además, se dió el lujo de llevarse a Zebiná, Blasi y Emerson.

En la Vecchia Signora, quizás por primera vez, armó un equipo completamente a su medida. A los jugadores recien mencionados, agregó Ibrahimovic, Cannavaro y Mutu (indisponible la primera temporada).
Cambió sus carrileros con llegada por otros mucho más defensivos (Zebiná en la Roma jugaba como stopper en línea de tres; Zambrotta pasa bien, pero poco). Juntó a Emerson con Blasi, en una pareja netamente de corte, pese al buen juego del brasileño en el toque corto. Pasó de delanteros hábiles, veloces y goleadores (Van basten, Batistuta, Mijatovic) a dos troncos: Trezeguet e Ibrahimovic (okey, el sueco es hábil con el balón, pero no es Gullit ni Suker).
Para rematar, sentó al máximo ídolo juventino. Y no sólo eso: lo humilló sacándolo en prácticamente todos los partidos que jugó. La referencia para Alex Del Piero
Hizo la revolución y ganó. Cuarto club que dirigía, cuarto que sacaba campeón.

Pero esa Juventus -y la de hoy, con el sólo cambio de Vieira por Blasi- no tiene nada que ver con los equipos ofensivos, ultra goleadores y demoledores que dirigió antes.

¿Donde quedó el espíritu que lo llevó a culminar la increible campaña del Milan invicto que goleó por 8 a 2 al Fogia en la última fecha? ¿o a golear en una final de Copa de Campeones al mismísimo Barcelona de Romario y Stoikovich? ¿Por qué ahora le basta con el 1 a 0?

Quizás se deba a que en realidad los equipos que tuvo antes lo hicieron a él, lo condicionaron, pues eran equipos más o menos armados desde antes. Su periplo con la Roma podría decirse que fue distinto, pues él en gran medida construyó ese plantel. Pero la verdad es que lo armó a imagen y semejanza de lo que tuvo antes: era un desafío muy importante como para improvisar en ese momento.

Con la Juventus fue distinto, porque ahora sí se decidió a mostrarse a sí mismo y a expresar su visión en su equipo, armando la escuadra fome que es la Juventus de hoy. Ganadora, sí, pero aburrida: él es así, cínico, compacto, apretado: no le sobra nada.

Insisto: Campeonó el año pasado y este año va puntero: jamás, desde que asumió como DT bianconeri, ha tenido que mirar la tabla de abajo para arriba. Pero ha sido humillado -sí, esa es la palabra- frente a dos equipos de su talla que le han hecho frente como él solía jugar antes.
Vergonzoso es como achaca ambas derrotas a la "mala suerte": un ganador como él no puede pensar así. La soberbia del triunfo le hizo convencerse de que era imbatible, pero después de todo lo dicho, no queda claro si los triunfos obtenidos han sido fruto de sí mismo.




1 comentario:

Anónimo dijo...

Notable la columna.
Como pa recomendarla a un diario.
Felicitaciones