viernes, octubre 27, 2006

¡VIVEN!















Insólito: se anunció un clima de guerra en el Único de la Plata, pero finalmente la batalla se desató en la cancha.

La impotencia del cuadro platense se acrecentó a medida que el reloj avanzaba; de manera proporcional, aumentaba la vehemencia con que disputaba el balón el lobo.
Meléndez, Ormeño, Fernández, Henríquez, Suazo y Cejas sufrieron todo el rigor de un equipo desesperado, que confundió el orgullo con la vergüenza.
El público, inversamente a lo que se especulaba, dió un ejemplo de devoción y de comportamiento, que desde esta tribuna, se agradece y reconoce.

No me voy a referir en particular al partido, no vale la pena: los medios de ambos lados de la cordillera están contestes en los hechos y en el trámite.

Sólo me queda agradecer a este grupo de jugadores que nos llena de orgullo, y que con todo en contra -un arbitraje desastroso y 40 mil personas inclusive- jugó como si estuviera en los pastos de Macul.
Chao Cacique, nos vemos el domingo. Te recibiremos como corresponde.

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