Es una situación casi universal en el fútbol: mientras más expectación se crea en torno a un partido, más termina decepcionado.
Lo ocurrido hoy en la cancha del Nacional estuvo lejos de ser un partido atractivo y bien jugado, pero la culpa no sólo la tuvo el ¿local?.
Sin duda lo más impactante de la jornada se vivió en la barra de Colo Colo.
Algunos minutos antes de las 16:00 hrs., los equipos salieron juntos a la cancha, al estilo FIFA, y el recibimiento azul fue bastante lucido. En cambio, la Garra Blanca estaba muda y sin ninguna parafernalia. Raro, por decir lo menos.
Comenzó el partido y a los 5 minutos, la sorpresa: en una coordinada acción, se reveló un lienzo en el sector norte que rezaba "Contra equipo chico llegamos tarde", al tiempo que se desplegaban 3 banderas gigantes -"Traigan vino que copas sobran", la camiseta gigante de "La Familia" y "Campeón hay uno solo"-, hacían ingreso los bombos, se tiraban innumerables serpentinas y se disparaban cientos de fuegos artificiales. Simplemente genial.
Más allá de la sorpresa que la GB tenía preparada, el lienzo desplegado resultó ser una profecía perfecta de lo que a continuación sucedió en el terreno de juego.
Y para entender a cabalidad este punto es necesario recordar lo que dijo Pinilla al término del partido entre la U y Ñublense: "después de que hicieron un gol, se les notó que son un equipo chico y se nos metieron atrás".
Lo que para un equipo de provincia, jugando de visita en el Nacional, es una actitud lógica, esperable y hasta aceptable, para un cuadro que dice ser "grande", jugando de local y a estadio lleno, resulta patético.
Lo peor es que durante toda la semana previa, sólo se escucharon triunfalismos y amenazas desde la trinchera azul, advirtiendo que el invicto de Colo Colo se acabaría este fin de semana y que se jugarían la vida para quedarse con los tres puntos.
De lleno en lo futbolístico, el primer tiempo tuvo escaso nivel técnico y mucha fricción.
La "U" intentó de entrada -debut y despedida en el área rival- con un mano a mano entre Pinto y Cejas que ganó el golero albo.
De ahí en más, el juego se volvió lento, con muchos errores en la entrega y excesiva vehemencia, como cuando Pinilla, ya al cuarto de hora, le entró fortísimo a Villarroel, jugada que ameritó expulsión.
Colo Colo se notaba dubitativo, casi creyendo que algo raro estaba pasando.
En lo personal, el partido me parecía excesivamente extraño y lento, una sensación de que no podía ser tan así, temiendo que la "U" tuviera un plan secreto y esperando una reacción azul que no llegó.
Salvo un remate de Jerez, el primer tiempo fue absolutamente desechable.
En el complemento, el ritmo se hizo más intenso y el partido parecío prender.
Giovanni Hernández se hizo de la manija del mediocampo y el dominio albo pasó a ser absoluto cuando Acuña fue correctamente expulsado por una dura entrada en contra de Villarroel.
La expulsión de Acuña fue casi un favor para los azules: el calvo mediocampista estaba errático en la entrega y era de lo más bajo del cuadro universitario.
El nuevo escenario permitió un reajuste de las piezas estudiantiles y con 10 hombres, la "U" blanqueó su intención inicial de rescatar un punto con el ingreso de Estrada y Díaz por Pinilla y López, respectivamente. Arrué volvió a su mejor posición de doble pivot junto a Iturra, quedando Joel Soto abandonado a su suerte.
Colo Colo -y en esto radica su cuota de responsabilidad- acusó el bajo nivel de algunas individualidades -como Suazo, Millar, Fierro y Jerez, quien en el primer tiempo no pudo sacarle provecho a la inexperiencia del juvenil azul López-, y no supo hacerse de un triunfo que parecía al alcance de la mano.
Lo mejor del cuadro albo estuvo en los baluartes de la defensa, Riffo y Vidal, quienes en sus arrebatos ofensivos y en las jugadas de balón detenido tuvieron la victoria, pero Pinto estuvo notable en un par de intervenciones.
Así, sin mucho que destacar, terminaron los 90', con un equipo festejando y el otro lamentándose. Adivine cuál es cuál.