Con el pitazo final ante U. de Conce, en la tardenoche del 23 de diciembre del 2007, Colo Colo consiguió el primer tetracampeonato del fútbol chileno y sumó otra estrella, la 27, a su gloriosa historia.
Los goles Fierro -goleador del equipo-, Biscayzacú y Bieler coronaron dos años memorables para la institución y para Borghi, de una evolución como DT notable.
El periplo comenzó mucho antes, pero diversas circunstancias hicieron que los títulos comenzaran a llegar en el Apertura 06, de la mano de Claudio y un equipo realmente de ensueño.
Atajaba Bravo, clave en aquella final contra la U que se definió por penales.
Riffo, Mena y Henríquez hicieron el gasto defensivo la mayor parte de ese torneo, pero tampoco me olvido del colombiano González, de Celso Ayala ni mucho menos de Aceval, cuyo nombre quedará inscrito cómo el del penal decisivo.
Al medio, Sanhueza y Meléndez comenzaban a conocerse y a asentarse como la mejor dupla de contención del fútbol chileno, secundados por el siempre dispuesto Villarroel; por los extremos, Fierro y Jerez aportaban el desborde y mucho gol, alternando con Ormeño.
Arriba, el tridente Valdivia-Fernández-Suazo batió todos los récords de anotaciones en un campeonato. Mancilla y el juvenil Tapia aportaron lo suyo.
El Clausura de ese año incorporó los nombres de Alexis Sánchez y Sebastian Cejas, quienes vinieron a reemplazar a Valdivia y Bravo.
Además en ese torneo irrumpió Arturo Vidal, conformándose un once quizás menos espectacular que el pasado, pero mucho más encarador, veloz y potente:
Cejas; Mena, Riffo, Henríquez (González); Fierro (Ormeño), Meléndez, Sanhueza, Vidal (Jerez); Fernández; Suazo y Sánchez.
Audax sufrió el rigor en la final ante un Colo Colo herido y que le propinó un inapelable global de 6-2, justo después del momento más amargo y triste de este exitoso ciclo: la final de la Sudamericana perdida ante Pachuca.
Matías Fernández, el jugador símbolo de la década colocolina, se convirtió no sólo en el más querido para todo el pueblo albo sino que su talento traspasó colores y se instaló en el corazón de todos los chilenos. Incluso desde la U -pese a que los vacunó en varias oportunidades, incluyendo la mismísima final- se aceptó su grandeza, aunque ahora lo nieguen.
El reconocimiento superó las fronteras y fue elegido como el Mejor Jugador de América.
Borghi, por su parte, obtuvo igual mención en el rubro de los técnicos, al tiempo que Suazo se alzó como goleador mundial en copas internacionales y sub-goleador mundial de ligas.
Un año lleno de logros al que siguió el evidente éxodo de jugadores: el Mati partió a España y Ormeño a Argentina, por nombrar los más importantes.
La apuesta para el 2007 estaba cifrada en realizar una buena Libertadores, pero el fantasma del 14 de los blancos se había instalado en Arellano.
Por ello se invirtió fuerte en un jugador de trayectoría y se pagó casi un millón de dólares por Giovanni Hernández, con muchos problemas en Colón. Arribaron junto con él Gonzalo Jara, Rodrigo Millar, Rainer Wirth y Boris González.
El colombiano rindió de buena manera en el torneo local pero en el plano internacional quedó en deuda, sobretodo en la llave ante América de México, que sentenció la suerte del Cacique.
De todas maneras, ese equipo logró instalarse en los libros de Colo Colo al conseguir el segundo tricampeonato de su historia, cuyo once referencial fue:
Cejas; Mena, Riffo, Henríquez; Fierro, Sanhueza, Meléndez, Vidal (Jerez); Hernández; Suazo y Sánchez.
Con el objetivo de la Libertadores frustrado, se pensó que el ciclo estaba cumplido para varios jugadores. Así, Cejas, Suazo, Sánchez, Vidal y Jerez abandonaron la institución: del tricampeón quedaba muy poco.
Colo Colo, entonces, apostó por la cantidad más que por la calidad: llegaron a Macul el portero ex Huachipato Cristián Muñoz, los ex Audax Rodolfo Moya, Roberto Cereceda y Jorge Carrasco, además de Eduarbo Rubio, Gustavo Biscayzacú y el desconocido Claudio Bieler.
La campaña del Clausura 2007 en la fase regular fue buena pero no descollante, obteniendo un tercer lugar en la clasificación general.
Sin embargo lo más llamativo era el juego mostrado por el equipo, muy lejos del fútbol vistoso de las anteriores campañas, pero mucho más pragmático y cínico, acorde con el plantel del que disponía Borghi.
Y es que evidentemente, al tenor de los nombres que cambiaron de rumbo durante este período, fue la base defensiva la que se mantuvo: el trío de la última línea, conformado por Riffo, Mena y Henríquez, más la dupla de contención de Sanhueza y Meléndez -con el siempre generoso aporte de Villarroel-, además del excelente Fierro.
Esos 7 nombres -los que en propiedad pueden decirse tetracampeones- fueron los encargados de echarse el equipo al hombro en momentos claves y transmitieron a los recién llegados, de muy mal comienzo, lo que es vestir esta camiseta y la obligación de ganar siempre.
Colo Colo ahora no necesitaba marcar 3 o 4 goles por partido: con uno casi siempre bastaba, porque el equipo se volvió muy sólido, rocoso y casi áspero, pero experto (hablo de cuándo jugó el equipo titular).
Las claves de este cuadro del Clausura 2007 pasaron por la solvencia que en el tramo final consiguió Muñoz en el pórtico; la regularidad de Mena, técnicamente limitado pero de entrega y sacrificio infinitos; la impresionante forma alcanzada por Riffo, que jugó no sólo de líbero, sino que en no pocos partidos, y cuando las cosas se complicaban mucho, de "5", de "8" y hasta de "10"; el alza de Sanhueza luego de un bajón que coincidió con la pésima presentanción de Chile en la Copa América, convirtiéndose en el verdadero líder y capitán, comiéndose el medioterreno y asistiendo de manera permanente a los delanteros o llegando él mismo a posición de gol; el gran y constante nivel de Gonzalo Fierro, goleador del equipo pese a asumir una función tácticamente más defensiva que antes (aunque debe decirse que ejecutó un par de penales, pero eso no le quita mérito) y que lo llevó a posicionarse, junto a Mena y Sanhueza, como los más utilizados por Borghi durante estos dos años, además de anotar varios goles realmente pesantes, como ante la U y la U de Conce en playoffs; y el sprint final del grillito Biscayzacú, quien luego de ponerse a punto en el aspecto físico, se transformó en el hombre de los goles importantes.
Los otros dos tetracampeones, Villarroel y Meléndez también fueron hombres fundamentales, tanto desde el interior del camarín cuanto en el campo de juego.
Carrasco llegó y asumió a la perfección su condición de suplente de Henríquez, aunque por las constantes lesiones del capitán, terminó jugando más que él.
Moya y Rubio tuvieron momentos y momentos, aunque queda la impresión de que se les puede y debe exigir muchísimo más. Igual, no puede olvidarse que Rubio fue autor de algunos de los goles más lindos de este Colo Colo, como aquél ante Millonarios o contra la U.
Bieler llegó con la mochila pesadísima de suplir el lugar dejado por Suazo y sus más de 5o goles en un año y medio. Bajo esa perspectiva, no cumplió y seguramente no seguirá.
Jara y Cereceda, aquél durante la primera parte del torneo y éste durante la segunda, fueron de menos a más y terminaron ganándose el puesto. Lamentablemente, nunca pudieron competir en igualdad de condiciones por cuanto Jara se lesionó en su mejor momento, lo que por otra parte permitió la irrupción del juvenil Sagredo, una gratísima -y zurda- sorpresa.
Párrafo final y aparte para Giovanni: Colo Colo pagó casi un millón de dólares por el 80% de su carta a Colón, lo sacó de un lugar donde no estaba bien, no tenía continuidad y era resistido, para posicionarlo en el ámbito de las copas internacionales y devolverlo a la órbita de su selección: en suma, lo resucitó a sus 31 años.
La inversión, en estricto rigor, no era tal: se pagó casi lo mismo que Colón pagó por él en su momento, pero ya con varios años encima y sin posibilidad de reventa, osea, como nunca, los dirigentes se pusieron -y fuerte- sin esperar un retorno.
El asunto es que la ley que establece el nuevo estatuto laboral del jugador de fútbol profesional en Chile no consideró un artículo transitorio para solucionar el problema de los contratos prorrogables, por lo que de acuerdo a la interpretación de la Dirección del Trabajo (hasta el momento, la única oficial), Hernández quedaría libre ahora y no dentro de 4 años, como sería lo lógico y acorde al contrato firmado.
Pues bien, resulta que Giovanni quiere aprovecharse de esta situación para quedar con el pase en su poder y negociar libremente, cuestión que impediría que Colo Colo vea dinero, pues no se trataría de una transferencia sino de una negociación directa entre el jugador y otro club.
En otras palabras, Colo Colo habría pagado un millon de dólares para que Hernández jugase sólo un año en el club y no cuatro, todo un despropósito y una pérdida para un fútbol (no sólo para el club) que no está acostumbrado a cancelar pases por estas cifras elevadas.
Que quede claro: si el colombiano quiere irse, por mí que se vaya, pero el que quiera llevárselo, que pase por caja: es lo más justo y decente, sobretodo para un jugador que usa y abusa de su ¿mentor? Jesús. No creo que a los cristianos les haga mucha gracia.
Yo siempre he sostenido aquí que nadie tiene moral para meterse en el bolsillo del otro, así es que si el enganche tiene mejores expectativas laborales, tiene todo el derecho a negociar.
Lo que no me parece aceptable ni ético de su parte es que, amparado en un vacío legal y en una interpretación que no es definitiva, diga que tiene el pase en su poder y que por esa situación pretenda negociar directamente con otros clubes, sin que Colo Colo actúe de intermediario como sería lo normal respecto de un jugador con contrato vigente.
Insisito, Colo Colo pagó una suma considerable por un contrato a 4 años, inversión -si es que puede llamársele así- que sería una abosluta pérdida.
Ojo, no todas las inversiones salen bien, eso está claro y fuera de discusión, pero el asunto aquí es muy distinto, pues Hernández no puede -no debe- darle la espalda de una forma tan descarada al club que confío en él y que le paga más que a otros refentes del equipo.
Para peor, sale al paso con la típica frase tribunera para poner al hincha contra la dirigencia: "yo me quiero quedar, estoy contento aquí, pero es asunto de los dirigentes". Falso. Además, se dió el lujo de decir que con los siete millones de pesos que cobra mensualmente "no le alcanza para vivir porque Chile es muy caro". ¿Qué queda para el hincha colocolino, que se identifica con estos colores por su raigambre popular y modesta?
No sé, ojalá todo se resuelva para bien, que Giovanni desista de su actitud oportunista, porque es un aporte para el equipo -aunque yo no lo considero fundamental, igualmente es un buen jugador- y si se queda, muy bien. Y si no, muy bien también, pero que el club que quiera llevárselo pague lo que corresponda a Colo Colo, es lo más justo.
Me hubiese gustado cerrar este post dedicado a estos dos años entrañables de nuestra historia de mejor manera, pero la situación es desagradable.
El asunto de Hernández, el nuevo episodio en la teleserie de la renovación de Borghi y su cuerpo técnico, el difícil momento del capitán del tetracampeón Henríquez, las numerosas ofertas por Riffo, Fierro y Sanhueza, oscurecen el panorama de cara al 2008 y el sueño de una cuarta copa internacional.
Cómo sea, Colo Colo está por sobretodo, dirigentes, jugadores y cuerpo técnico, y ahí estaremos alentando y esperando lo mejor para este nuevo año que se viene.
PD: luego de este largo post, si usted llegó hasta aquí, o es colocolino o me tiene mucha estima. En ambos casos, ¡FELIZ AÑO NUEVO!
PD 2: Bielsa: Los jugadores de la Roja lo piden...
PD 3: los goles de la final del Clausura 2007
partido de ida
Partido de vuelta